Una musa vestida de madre
- Fernando Fraile
- 2 may 2019
- 1 Min. de lectura
Es difícil comenzar,
una poesía que haga a las musas temblar,
no sé si de rabia o rencor,
cuando se enteren que tú eres mi única inspiración.
Complicado es dar comienzo,
a una poesía que es más un viaje por el recuerdo,
un tren que parte desembocado,
hacia la cerradura de sueños encerrados
y sentimientos evocados,
en tan solo un verso.
Pues quien fuera verso,
para verse sorprendido con tu dulzura,
siendo tu la luz en la penumbra,
que ilumina a un poseso,
perdido, pero con cordura,
ya que no cabe duda,
que la única verdad de eso
es que yo te quiero,
y eso no tiene cura.
Dementes las mentes,
que la cura buscaran,
pues quererte es como tener un billete,
con el que se recibe todo,
y a cambio, no se espera nada.
-
No cierres la puerta, “me asusta"
en mi frente tu beso con magia
“buenas noches” tus labios rebosan
las sonrisa que siempre contagias
llamarte tal vez por inercia
si siento que algo me pasa,
“mami, me duele la cabeza”
tus mimos haciendo acrobacias.
-
Los versos mejores si son tristes,
no quiero ni pensar si tú me dejas,
vacío con carretillas llenas de dinero
contando cada una de tus proezas;
sintiéndome tan frío como el hielo,
echando de menos hasta tus lentejas,
tal vez no llegué a ser el niño modelo,
pero de mi corazón siempre serás la dueña.
No te miento, la vida es dura
pero tú siempre supiste ver los tréboles
haciéndome como la fruta, madura
aunque luego fuese un contracultura
un burro que sigue sin probar la miel.
-
Lo recuerdo hoy,
y lo recordaré siempre,
unas palabras que no mienten,
tan sencillas como corrientes,
te quiero, mami
tenlo siempre presente.

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