Ucrania, sola y mal acompañada
- Fernando Fraile
- 1 mar 2022
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 5 oct 2022
La Unión Europea sigue manteniendo una postura pasiva respecto a la invasión rusa negando por el momento la adhesión de Ucrania a la comunidad
El sonido estridente de la sirena agita tajante el breve silencio en el que parece querer camuflarse el miedo, el frío camina nervioso por las calles desnudas que hasta hace no demasiado apenas recordaban el olor a destrucción.
Las catástrofes se suceden en un mundo malherido por una pandemia mundial, en un mundo que teme que esta guerra también lo sea.
Aunque por el momento, para bien o para mal, se presenta como un escenario remoto, lejano, improbable. Tal vez, hacer frente a Rusia, no sea la solución, pero después de 6 días de ataques y más de civiles 400 muertos, limitarse a mirar, querida Unión Europea, tampoco. Al menos, hasta el momento, su postura, inmersa en una dinámica pacifista, se ha limitado a observar la crudeza de una guerra que parece solo haber comenzado.
Vladimir Putin, en su aparente intransigente determinación por volver a hacer del bloque soviético una realidad, exhibe prepotente su capacidad militar en una Ucrania que, como determinan sus estadísticas, apenas llegan a la mitad del potencial ruso. El autócrata parece haber corrido el aterciopelado telón carmesí mientras la potencia de sus tanques destroza con su inexorable lentitud las tablas de un astillado escenario repleto de boquetes bombardeados. Esta noche fue Járkov, mañana quizá Kiev y quién sabe, si entre los planes del exKGV, aún espera impaciente en su recámara una función final.
Ucrania está entre la espada y la OTAN, sirviendo de escenario para que la potencia con más armas nucleares del mundo, según declaran informes rusos, presente al mundo su postura. Puede que sea momento de responder, sin embargo, la UE aún sigue sentada en su butaca. Además, sus sanciones económicas tampoco se han llegado a aplicar.
Occidente contempla una película pensando qué es el tráiler, más centrada en sus palomitas que en reaccionar, mientras una muralla de carros de guerra está sitiando Kiev.
Esta misma mañana, Zelenksy se dirigía por enésima vez a la UE llegando incluso a intervenir en el Parlamento Europeo. Tras las palabras del dirigente ucraniano, pero sobre todo ciudadano y humano, Ursula von der Leyen y compañía pudieron observar, aunque solo fuese a través de una pantalla, la crudeza de la guerra reflejada en la pupila de quién teme por su país, o al menos, discernir entre los silencios de una voz quebrada la necesidad de auxilio.
Por el momento, no se plantean su adhesión a la Unión, tampoco se han enviado ayudas ya sean humanitarias, económicas o militares. Estos se posicionan a su lado, pero sus acciones demuestran estar muy distantes. La guerra continúa, ahora con las amenazas desde el Kremlin de un ataque inminente sobre Kiev. No obstante, la UE sigue refugiada en un despacho cubierto de un moralismo aparatosamente hipócrita. Entre otros motivos, debido al insultante poder balístico de Putin. Aún así, pese a clamar desde las instituciones europeas que estarán a la altura de las circunstancias, aún no se ha tomado ninguna decisión. Tampoco parece que esa solidaridad proclamada se vaya a emprender en un futuro cercano.
El avión está cogiendo altura, por el momento, demasiada para unos dirigentes internacionales que aún están tierra y, aparentemente, ya tienen jet lag.
Los gritos de aquellos que se quedaron o no se pudieron ir siguen, una semana después, decorando de horror los búnkeres, las lágrimas esbozan en las inocentes caras de los refugiados el pánico vivido y, mientras tanto, la UE, alejada de la acción, se limita a teorizar sobre otorgar a Ucrania un estatus de candidato. Una iniciativa que, paradójicamente, consideran contundente frente al régimen de Putin. No obstante, la supuesta solución que, por el momento incluso tampoco parece poder consumarse, vuelve a delatar las debilidades de la comunidad europea. Una comunidad atemorizada y sin capacidad de respuesta. Una guerra, de momento, solo de dos.

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