El ángel de la guarda que me dio su nombre
- Fernando Fraile
- 4 ago 2019
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 28 sept 2022
Con la ley de antisocial por instinto,
la comida como bandera,
fortaleza a toda vela,
independiente según de quién;
surcas las calles y aceras,
caminos y carreteras
en bicicleta o a pie
buscando lo que un día encontraste,
aquello que te mereciste,
y sin saber por qué
vuelves a casa sin aliento
tras batallar contra dragones,
fardos y bobinones,
gorilas y cabrones,
que avivan tu sed
de amor
pues nunca besas
ni en el roce te basas,
pero aprietas
cuando abrazas.
"Eres grande" me dices
en un cuento sin perdices
en una vida de infelices
donde solo la buscamos
sin saber que la tenemos
aquella breve felicidad;
y es que somos inconformistas,
tal vez demasiado,
unos necios mediocres,
casi siempre,
que no la saben apreciar.
Dirás: tú y tus rimbombancias,
olgazán del verso,
vago de la prosa
tú y tu palabrería barata,
pero capitán
este barco llegó a tierra,
ya se marcharon las ratas.
Solo quedamos los tres de siempre,
suficientes, eternidad;
aquellos que están:
en las buenas como todos,
en las malas cuando más.
-
Mis manos pegadas al volante,
contra el techo tu ilusión,
después de diecinueve años
tal vez la última lección,
pero escúchame,
siempre quiero más
y aunque sea un cabezón,
adoro tus palabras,
que protegerme sea tu vocación.
Tu apoyo y confianza
siempre me han dado seguridad,
tener a alguien que en ti confía,
incluso cuando no puedes más.
No he elegido quererte,
lo hago sin pensar,
necesarios como respirar,
tus besos cuando me acueste.
De la vida desencantado,
realista demasiado,
mi mente, tu legado
tu nombre, Fernando
tan orgulloso de portar.
-
Y gracias,
gracias por hacerme ser,
por siempre estar,
gracias por hacerme feliz,
por nunca faltar,
gracias por quererme
aunque me porte mal,
gracias por ser como eres,
y nunca cambiar,
gracias porque sin ti estaría perdido
y no sabría explicar,
que eres lo más grande que tengo,
y nunca te vamos a olvidar,
porque eres único
y únicamente quiero recordar,
que aunque no suela decirlo
te quiero, papá.

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