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Nico Abad: “Lo que hagas, tienes que hacerlo bien”

Su voz aún retumba vibrante entre los últimos recuerdos de los muebles de aquellas familias que, sabiéndolo o no, estaban enganchadas al mundo del motociclismo. Fueron cinco años fulgurantes en los que su pasión al narrar fue la única capaz de eclipsar el ruido de motores creados para amedrentar al sonido con su rugido.

Los gritos de Nico Abad marcaron una época. Su fervor descriptivo era tan importante como el papel de aquellos pilotos que arriesgaban su vida en la trazada, el papel de aquel hombre que sacrificaba sus pulmones en cabina. Hace ya dos años de su última carrera, pero a Abad, fiel al mantra que dejó como legado, no le han dejado de gustar las motos.


Estudió en la Universidad Complutense, pero no dudó en dejar la carrera a un lado cuando el estruendo del disparo de salida sonó en dirección contraria. Fue en segundo de periodismo, cuando por destino o casualidad el mundo laboral le deparaba un nuevo camino. Un camino al que llegó, como confiesa, “por un toque de fortuna”.


La humildad y el trabajo han sido sus mejores herramientas para construir un puente a la fama. Se encuentra alejado de los circuitos, pero mantiene su relación con el directo al ser presentador en Telecinco. Además, sigue viviendo su sueño: ser periodista deportivo.


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¿Cómo fueron sus inicios en el mundo del periodismo?


Mis inicios forman parte de ser un periodista con suerte. Ese verano estaba estudiando ruso en la Escuela Oficial de Idiomas y puede hacer un viaje a Rusia. A la vuelta, una productora rusa de Canal + necesitaba un traductor de inglés. Estaba desesperada, contactó a la agencia de viajes y me llamó a casa. Así, entré en Canal + traduciendo el programa de Transworld Sport. Además, también tuve la suerte de que compraron los derechos de fútbol, armaron una redacción de deportes con mucha gente en la que empecé como becario y puede hacer todo el recorrido profesional.


¿Cómo pudo compaginar estudios con trabajo?


En cuanto empecé a trabajar dejé de estudiar. En los dos primeros años de periodismo me apliqué mucho porque creía que siendo de la parte alta de la promoción podría encontrar trabajo, pero cuando lo encontré, empecé a aprobarlo todo con un cinco. El trabajo exige mucho esfuerzo y dedicación.


¿Cree que se necesita destacar para poder ascender como periodista?


No necesariamente, el periodismo es una carrera de fondo. Yo no he necesitado ascender, siempre me he mantenido en periodista, solo que he tenido la suerte de estar en puestos en los que cada vez cobraba más. Por ejemplo, de redacción pasé a reportero donde empecé a coger cuerpo de periodista. Me llegaron a ofrecer puestos de jefe de redacción pero prefería la calle a la tabla excel.

¿Cuál ha sido su proyecto más importante?


Moto GP ha sido el proyecto más importante de mi vida. Me hacía 12 horas en directo, contando todo el fin de semana, entre programas y narraciones. Lo hacía junto a todo el equipo, pero mi parte era presentar y narrar, lo que me hacía troncal.


¿Cómo pudo entrar en la familia de Moto GP?


Telecinco compró los derechos de Moto GP por 5 años, pero el equipo que montó en 2012 no funcionó como quería. En vez de una pieza, lo cambiaron todo. Se quedaron Mera Chercoles y Ángel Nieto, pero prescindieron del resto del equipo. Cuándo pensaron en quién podía hacerlo, yo solo pasaba por ahí. Ya está. No hice nada: ni lo pedí, ni me vieron en moto. Sólo me llegó.


Nunca antes había cubierto Moto GP, ¿cómo fueron sus primeros días?


Cuando llegue a las motos no tenía ni idea aunque me gustaran, pero de lo que no se sabe se aprende. Mi planteamiento fue agarrarme al periodismo, es decir, contar lo que pasa. Tan solo contaba lo que veía y lo que veía era gente que frenaba a 360km/h a final de recta. Eso te impacta. Cuando lo ves en pista no lo puedes entender.


¿Realizó alguna preparación especial para poder desempeñar un mejor papel?


No, pero me ayudó una etapa pasada. Hubo tres años que me escapé del deporte e hice entretenimiento. Esto me permitió hacer luego presentación en Moto GP, donde hacia los programas previos y la narración en cabina. Era todo muy vivo porque según acabamos, había scooters esperándonos para salir corriendo a pitlane. Allí, nos poníamos los cinturones, el overline y ya estábamos presentando. Esa experiencia de haber presentado antes y de haberme puesto delante de la cámara facilitó mi adaptación a estar en directo con las motos.


Es característica su forma de narrar las carreras, ¿cómo se preparaba?


Cuando estas en cabina, después de ver todos los entrenamientos y clasificatorias en pista, ya has visto donde está el problema de la pista, los baches, dónde la frenada es imposible… Por eso, cuando en carrera veía que no frenaban ahí, me asustaba porque creía que iba a haber un accidente. No era mi yo el que hablaba, era mi sistema neuronal que se relacionaba así y proyectaba mi voz. Cuando la gente me dice que le repita “me gustan las motos” no me sale porque era un grito de liberación.


¿Qué le movía para narrar las carreras de una forma tan vibrante?


En Telecinco, transmitíamos el mundial de motos para toda la familia. Yo sabía que la gente nos veía cuando estaba comiendo, por eso intentaba que levantasen la mirada del filete. Me parecía importante que pararan y vieran como tumbaba Márquez la moto porque estaba jugándose la vida.


¿Cómo se gestaba el día a día en Moto GP?


En la semana anterior a la carrera hacíamos una reunión todo el equipo para valorar que íbamos a contar en las previas. El domingo de la carrera ya teníamos un contenido vivo porque el viernes y el sábado ya habían pasado cosas. Por eso, la noche previa al domingo hacíamos otra reunión, esta vez por teléfono, para cuadrar el programa previo a la carrera. Las noticias que dábamos venían dadas por la realidad. Luego en la carrera teníamos libertad total, podría incluso insultar a todo el mundo porque era en directo, pero había que ser sensatos.


¿Cuál sería su recomendación para un futuro periodista?


Lo que hagas, tienes que hacerlo bien. Todo lo que sepas te va a servir porque en periodismo no se sabe en qué te va a tocar trabajar. Puedes acabar en la sección de economía de un periódico, en la de juicios y tendrás que saber de leyes o incluso en la de corazón teniendo que hacer guardia en el AVE porque llega la Pantoja. No sabes de que te va tocar hablar, por eso hay que estar siempre preparado.


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