Fútbol, el carpe diem del deporte

En la vida, llega un momento, en el que no se puede huir más. Y mira que nos encanta escabullirnos, evitar aquello que no nos gusta, pero llega un momento en el que toca ser realistas. Y hoy, me toca ser realista. Quizá tanto que me haga parecer negativo, pero es que el fútbol, lamentablemente, se está quedando anticuado.

No el fútbol como deporte en sí. Al fin y al cabo, es el deporte rey. Y lo seguirá siendo. Incluso si viajamos a Marte, Júpiter o Saturno. Allí, en cualquier momento, alguien golpeará una piedra para meter gol a unos árboles parlantes o para hacer un caño a un alíen.

Ese no es el debate. El debate es que el fútbol, aunque nos neguemos, va a acabar evolucionando. Y es que llega un momento en el que es insostenible. La NBA, la Euroliga o la Fórmula 1 ya lo han hecho. Y con acierto, por cierto.

Desconozco si se tocará el formato, por ejemplo, con el tema del tiempo, porque se pierde muchísimo, o si el enfoque se va a centrar mucho más términos de realización, ya sea de imagen, vídeo o sonido. Pero está claro que el fútbol va a cambiar. No porque lo diga yo que, por cierto, personalmente, soy un adicto a este deporte.

Va a cambiar porque los datos están ahí. Porque la final de Kings League fue vista por 2.6 millones de personas, porque el Cádiz-Almería, de hace una semana, apenas llegó a 240.000 (doscientos cuarenta mil).

El fútbol será eterno, pero, quizá, no vuelva a ser exactamente como conocemos. Será la sociedad quien acabe dictando sentencia, con ese semblante tan romano, bajando el pulgar. Sin piedad, sin pensar demasiado. Casi sin darse cuenta. Y es que al final, depende de nosotros.

Nadie quiere hablar de ello, pero tenemos que disfrutar del fútbol del presente, pues llegará un día en el que lo echaremos de menos, en el que simplemente será el fútbol del pasado. Hay que ser realistas.