Entre tumbas y flores
- Fernando Fraile
- 5 abr 2023
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 11 may 2023
¿Cuánto tiempo habrá pasado, desde el primer día? Miles de millones de años de evolución para que el ser humano, fiel a su naturaleza, se acabe tropezando con la misma piedra. Mira que somos simples. Encima no hay suficientes piedras en el mundo, que tenemos que caernos justo con la misma.
No estoy hablando del Real Madrid. Obviamente. Este equipo parece incluso disfrutar del precipicio. Eso de las gestas, las remontadas. Eso de su voracidad competitiva. Cuanto más cerca parecen estar de su punto crítico, de ser eliminados, más vivos se sienten.
Luego esta el Barcelona. Bueno él y sus fantasmas. La sensación es la de que no solo compiten contra el rival, como si no ya fuera suficiente. También compiten contra ellos mismos. Y es pese a estar vivos, con posibilidades, ellos mismos se cavan la zanja y hasta compran las flores.
La primera parte del Barcelona fue buena. Muy buena de hecho. Pero en cuanto se ven por debajo en el marcador. Todo cambia. Cada uno busca hacer su propia guerra, el balón parece que arde en los pies, llegan las imprecisiones… Es que vamos, solo les faltó llamar a un sepulturero.
Y lo peor es que ya estaban marcando su número con el 0-2. No con el 0-4. Y eso que estaban solo a un gol de empatar la eliminatoria. Solo uno.
Más allá del plano futbolístico, la diferencia es mental. Mientras unos tienen al pasado como aliado para creer en sí mismos, el pasado de los otros se empeña en autodestruirles siendo víctima y verdugo de sus propios complejos, haciéndoles caer en la misma piedra con la que tropezaron ayer.

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