El colchón atlético se desinfla
- Fernando Fraile
- 7 mar 2021
- 2 Min. de lectura
El Real Madrid reabre la Liga tras empatar en los últimos minutos con un acomplejado líder (1-1)
En un contexto en el que el fútbol es menos fútbol, el derbi volvió a ser el derbi de siempre.
Los rugidos faltaron a su cita y el himno añoró al unísono canto con el que solía estremecer a cualquier amante del deporte, sin embargo, como de costumbre, el Atlético volvió a competir contra sus fantasmas del pasado. Sus pugnas no solo eran físicas, también mentales. La Liga pasó por el derbi, pasó por creer, pero en la capital, parece que no todos tienen la misma confianza.
Los de Simeone plantearon embocadas continuas a un débil Madrid que pendió de los errores rojiblancos durante la mayor parte del encuentro. El intenso bloque unido hundía permanente a los blancos, permitiendo a los colchoneros recuperar arriba en esta guerra de guerrillas.
A diferencia de otros años, los locales sometieron al Madrid con el uso de la pelota, no obstante, el tanto de Suárez se firmó con la tradicional esencia del cholismo.
Ataque destruido por el compacto muro atlético que en dos toques se presentaba en la frontal. Balón al hueco para un incontenible Llorente y su poderío físico que dejaban atrás a Nacho para asistir al sutil toque del pistolero.
La polémica tampoco se quiso ausentar de su habitual cita con el protagonismo. Esta vez, rozando el añadido del primer tiempo, el cuero botado desde la esquina se topaba con una imprudente mano de Felipe. No obstante, Hernández Hernández no señaló la pena máximo, pese a revisar él mismo la acción en el VAR. Un error que aviva el eterno debate de las manos y sigue evidenciando la falta de homogeneidad de unos criterios cada vez se presentan más dispares. Aún así, el Atlético no le pudo echar mano a la Liga.
En la segunda parte, el Atlético de Madrid compitió contra su miedo a perder.
Las ocasiones se sucedieron haciendo de Courtois el héroe de la noche aunque no acabara acaparando los focos. Hasta en dos ocasiones el belga salvó al Real Madrid de la mordida uruguaya. Sin embargo, en cada conducción, en cada pase, en cada decisión el miedo perseguía a los rojiblancos.
La magia del derbi dominó hegemónica los últimos minutos del partido. Unos minutos que diferencian a cualquier equipo de uno campeón. Los segundos disfrazaron pícaros a los protagonistas cambiando con ello su hasta entonces esclarecedor rol. La pasión de Simeone se arropó inútilmente en harapos de cobardía, Casemiro se vistió de nueve y el nueve lo hizo de mago. Benzema se inventaba una pared con el brasileño dentro del área rojiblanca para batir a un Oblak indefenso, a un equipo que dejó de creer.
El derbi volvió a evidenciar la falta de confianza del Atlético de Madrid en sí mismo, incapaz de sentenciar en las grandes citas, y su obcecada obsesión en creer ser inferior, en jugar como si de un equipo pequeño se tratara.
Por su parte, el Real Madrid prolonga su imbatibilidad en el feudo rival y tiende el mantel a una Liga que hace no demasiado parecía imposible degustar. Sin embargo, en la mesa ya estaba sentado un invitado más, un Koeman listo para emplatar.

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