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El circo de los horrores (de la conciencia)

Actualizado: 5 oct 2022

La humanidad, tan simple, tan compleja, y nuestra necesidad de sentir el contacto físico cuando nos estremecemos. La butaca, tan cálida, tan inerte, y su capacidad de protegernos cuando más lo necesitamos. Especialmente, si ante nuestros ojos se alza una silueta tan aterradora como sugestiva. Se hace llamar el Regente pero todos le conoceremos como el tipo cuyo aliento acabó arrebatando el nuestro, o al menos su aspecto de diablo.


El Circo de los Horrores vuelve a Madrid hasta marzo con la esencia propia que tanto éxito supuso durante sus anteriores tres ediciones. Esta vez bajo el preámbulo de una situación apocalíptica en la que toda sordidez tiene cabida para horrorizarnos, pero no solo en cuerpo pues la conciencia es la verdadera invitada en el nuevo proyecto de Suso Silva.

Lo circense siempre ha estado impregnado de una cierta insólita brujería. Por nuestra mente deambulan imágenes de una niñez de la que solo nos quedan momentos. Instantes como los vividos en el circo que ahora vuelven en forma de ópera rock.

Vuelven los trucos de los malabaristas, la audacia de los acróbatas, el fervor de las llamas, el rugido de las motos… No obstante, olvídense de las risas de los payasos. Un aura de pavor domina avariciosa la atención de los asistentes cuyos pies siguen cautivos por las cadenas que el miedo y la intriga habían previamente atado.

Sin embargo, ¿da más miedo ver a un monstruo o ver en los monstruos que nos estamos convirtiendo? El Apocalipsis se puede considerar como algo alejado a nuestra efímera vida pero la insostenebilidad del planeta puede hacer de la ruina algo eterno. El Circo de los Horrores, reivindicando su compromiso social, pese a su maquillaje demoníaco se desenmascara en aras de un mundo que agoniza por ser salvado. Se nos presenta, por tanto, un Regente que verdaderamente da miedo. Un miedo que ha dejado de ser comedia.





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