El Barcelona entre el tiempo y la pared
- Fernando Fraile
- 13 oct 2022
- 2 Min. de lectura
Hecatombe en el Camp Nou tras el empate a tres ante el Inter de Milán. No definitiva, pero parece que sí definitoria. Y es que los blaugrana pueden acabar en Europa League. Otra vez.
Es cierto que el Barcelona atraviesa su mayor fracaso institucional, más incluso que el año pasado por tropezar dos veces en la misma piedra, pero la sensación es de haber competido (que no controlado) y eso hace mucho que no pasaba.
Competido porque los últimos años en Champions apenas se acercaban al arco rival y ayer tuvieron suficientes como para que el resultado fuese otro, pero no controlado porque también pudieron caer cinco más.
Fueron ese perro que ladraba, pero tan desenfrenado que no daba ni miedo.
Y es que el plan inicial fue ir a tumba abierta (lícito e incluso necesario), pero es que en la segunda parte también. En un mismo partido hay muchos partidos y ahí le falta un mundo a este Barça.
Ofensivamente está obcecado en abrir tanto a los extremos que se aíslan. Con los centrales del Inter defendiendo tan cerrados apenas saltando a las ayudas, el 2 contra 1 en banda se antojaba clave. De ahí viene el gol de Ousmane. Aún así, no siguieron apostando por ello. Tampoco entiendo que no se amenace con tiro lejano o que los interiores sean los únicos que ejecuten desmarques mientras los extremos la esperan al pie.
Mientras el Barça duda, los rivales bombardean.
El Barcelona ha generado suficiente como para ganar, pero da la sensación de que su plan ofensivo es muy plano. Al final se limitaron a centros, pero centros de los que no apuran cal, de los que no hacen tantas cosquillas. Deben reinventarse sobre todo a través del movimiento coral. El movimiento de las piezas, pero también de la pelota.
Y si no hubo colmillo, tampoco hubo cerebro.
En la casa de las posesiones, incluso llegando al 80% por momentos, no se sacó ventajas con ella. Falta juego interior, mucho, y saber que la calma sirve tanto para defender como para atacar bien. Y de esta no hubo en los tramos clave.
Eric completó un partido casi perfecto, anticipando todo a un gigante como Dzeko, pero falló una y la Champions no perdona. Los haters tampoco. Pedri liderando, Gavi brillando en las sombras limpiando aquellos que otros ensucian, Ansu con chispa, Ter Stegen milagroso. Los extremos titulares lo son, pero no por méritos. Falta desborde. Raphinha con ganas, Dembélé con su imprecisión. Una impresión que le dista de diferencial, al menos positivamente hablando.
La vieja guardia es insostenible con un Busquets desdibujado constamente, un Piqué al que mejor no mencionar. El presente es doloroso y aún así, si se confía en el proyecto y se aprende de esto, puede que el futuro, prometedor.
Prometedor porque la columna es joven, muchísimo, aunque a veces olvidemos y les juzguemos como si no lo fueran, como si tuvieran 26 cuando apenas llegan a la veintena. Porque el entrenador también lo es.
El tiempo dirá si todos estos tropiezos sirvieron para algo. Al menos, si hay suficiente calma para esperarlo. Esa calma que el fútbol no suele tener, ese tiempo que el fútbol no suele dar.

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