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Carta a mi padre

Dicen que para saber ganar antes hay que conocer la derrota, tener heridas, besar el suelo. Tal vez el sabor del asfalto no te deje a ti mismo valorarte, quizá el sudor del sufrimiento te haya enseñado a amar. Solo te pedimos que te dejes querer como nos quieres, que te quieras como te queremos.


Y es que quieres como nadie, sin límites, por encima de todo, incluso de ti.

Damos las gracias casi por costumbre, como quien acompaña la comida con pan o besa para despedirse. Tal vez por eso no suela fingirlas con el resto. Quizá por ello, aunque no te las ofrezca, mis gestos me delaten, como la primera vez que te llamé papá, que te agarré el dedo para andar, que te sonreí después de faltarte, que te abracé un segundo antes de irme.


Como explicar que progenitores hay muchos, pero padres muy pocos. Como hablar de mí sin recordarte, como hablar de quién soy sin describirte.; que me enseñaste lo que nadie enseña, que soy como soy porque elegiste cuidarme, que sin ver mis ojos decidiste quererme, que no todos los héroes llevan capa, que eres el mejor aunque a veces dudes.


Tú que creíste en mí más de lo que yo nunca pude

Confianza que bonito nombre tienes, tan difícil como necesaria hasta en los pueblos de Tailandia para los koalas con estirpe. Esa que me diste dos segundos después de verme, esa que no perderías aún apuntándote. Esa que me hace caminar erguido, distinguido, como quién sabe qué hace pese a desconocerlo. Esa que me hace actuar como creo y no como debería, esa que me diste el primer día. Te debo a ti mi ser y pensamiento, ese que me enseñaste a no tirar nunca y me hace ser como siempre.


Tú y tus caras largas, tus pantalones de paracaidista, tus preocupaciones excesivas, diciendo "cabrones" en bucle. Apurar las comidas hasta reventar, no saber sentarte en el sofá o la lentitud que en ocasiones escondes. Pero quién quiere correr si no vive, quien quiere vivir si no disfruta; de los pequeños momentos o los grandes, de tus clases de conducir o tus bromas, de las partidas de billar o consola, de cómo crecí a tu lado cada hora.


Quizá no me des tantos besos porque me encantan, quizá no te acompañe con la bicicleta porque te encante. Quizá, que tus abrazos sean tan breves, me haga apreciarlos aún más, como aquel último en el hospital cuando me iban a operar, tus lágrimas al verme marchar no queriendo despedirte.

Tal vez no seamos parecidos, tampoco iguales. Tal vez no tenga tus rasgos físicos o sociales, pero me hiciste quién soy y siento que te he ayudado en cierto modo a ser quién eres. Eres más que mi padre, eres mi apoyo y motivo, eres a lo que aspiro si hablamos de amar.


Si estas orgulloso de mi, de ti, también deberías estarlo porque te debo mi personalidad. Aquella que puliste sin saberlo. Aquel hijo que te lo debe todo, que te admira como el primer día, a quien defenderías hasta el último.


Eres mi héroe y siempre lo serás, pase lo que pase y aunque no suela decírtelo, te quiero papá.





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