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Adaptarse o sucumbir

Actualizado: 5 oct 2022

El nuevo dibujo del Barcelona consigue derrumbar a un Sevilla sin argumentos (0-2)


En ocasiones, los protagonista simplemente lo son por no serlo. El sonido, tan obviado como imprescindible, disfraza al fútbol de espectáculo, pero esta vez se limitó a ser una butaca vacía más. Los gritos no acudieron a Nervión, tampoco lo hizo la fragilidad defensiva que condenó al Barcelona en los últimos partidos.


Esta vez, el ruido pasó desapercibido, pues en el ajedrez es el silencio quién lo hace admirable.

Koeman volvió a demostrar que su llegada a la ciudad condal no fue casualidad: mostró la convicción necesaria para introducir una variación táctica en el canónico estilo del Barcelona y dibujó en su pizarra una presión agresiva que consiguió enmudecer a un candidato al título en su propio feudo. De hecho, el Sevilla no puedo completar ninguna ocasión de gol ante el nuevo esquema de tres centrales blaugrana.

La posición táctica de los culés enjauló a los de Lopetegui, quienes se vieron emparejados por todo el campo y forzados a despejar asiduamente. Sin embargo, el esférico se topaba con una muralla inexpugnable que propiciaba la salida rápida de la balista culé con la velocidad de Jordi Alba y un desafiante Dest.


Esta vez la línea de cal extrañó la insultante zancada que tantas alegrías, ahora sí, parece Dembelé devolver al conjunto catalán.

Desde la punta de lanza, los desmarques continuos del francés desordenaron a una defensa acostumbrada a despreciar al caos. Vestido de enhebrador, Messi filtró un pase milimétrico que el propio Dembelé aprovechaba para abrir el marcador tras superar en velocidad a un confiado Koundé.


En la segunda parte, Lopetegui sacudió el once e incluso cambió su esquema pasando a tres centrales para completar una salida más aseada. No obstante, en esta partida de ajedrez, Koeman esperaba contundente a la salida del lavabo. Modificó la presión con Pedri, que acabaría abandonando lesionado el campo, y volvió a encerrar sin piedad al Sevilla contra las frías caricias de los mohosos azulejos, contra su destino. El holandés le robó el bocadillo, tres puntos y el sueño liguero hispalense.


En los últimos minutos, Messi sentenció el choque al aprovechar un rebote que él mismo forzaba tras fintar a Diegos Carlos. No obstante, los focos fueron para la espuela del juvenil Illaix Moriba, quien consciente de su plenitud física resistía el envite y descargaba sutilmente el cuero para el astro argentino.

Después de unas semanas decepcionantes, el Barcelona volvió a mostrar augurios de buen fútbol. Quizá no sea suficiente para remontar el miércoles al Sevilla en Copa, ni para lavar su imagen en Champions, pero el futuro se presenta prometedor. Se empieza a consolidar una joven base de futbolistas dispuestos a competir, un técnico tentado a arriesgar y, en unas semanas, un electo presidente ansioso por triunfar. Aún así, la transición no es una opción y la Liga más que una prioridad.





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